A veces pienso:

¿Quién lo iba a decir
que acabaría
dedicándome a
caballos?

Este no era mi oficio, ni el que había estudiado, pero al empezar a tratar con ellos me atrajo tanto que así es como ha ido.
Siempre me habían gustado, aunque nunca me había subido a uno. Fue cuando tenía 20 años, cuando compramos entre cinco amigos una yegua y su potro. No era una campeona, pero servía para ir de paseo. El problema fue que sólo se podía montar uno, así que nos fuimos liando…
Al cabo de cinco años y con los conceptos un poco más claros sobre el mundo de los caballos, decidí dedicarme a ellos y a poner en práctica la disciplina de la doma clásica. Aunque siempre un poco apartado del mundo de la competición, he aprendido los conceptos principales, a montar bien y a tener una base sólida.

Muchas veces los mismos caballos nos enseñan lo poco que sabemos de ellos y de lo que nos falta por aprender, pero el espíritu de aprender y de superarte cada día más es lo que, por lo menos en mi caso, me ha ayudado a tirar siempre hacia delante.
Después de 25 años, cambio radicalmente mi manera de trabajar con los caballos: Supongo que como muchos de los que trabajamos con caballos siempre quieres entenderte mejor con ellos y sueñas con hacer más cosas… ¡Yo también! Y la verdad es que siempre había pensado que estos animales no entendían mucho de lo que les decíamos o hacíamos con ellos, ¡porque parecía que pasaban olímpicamente! ¡Qué equivocado estaba!

Total, que me interesé por la doma natural.

Había visto algunas cosas, pero cuando lo pruebas y ves que no funciona lo dejas pasar. Un día compré un vídeo de Pat Parelli, Los siete juegos, que no parece gran cosa; es más, si no estás muy interesado es un poco aburrido. Pero observé que haciendo los juegos tenías un buen control del caballo pie a tierra y una buena base con la que empezar. A partir de entonces, y a base de invertir muchas horas fui progresando y observé que estos animales responden a otros estímulos menos apreciados. Es como su hubiera una cortina que nos separa de ellos por el miedo que nos tienen, porque nos ven como depredadores que somos, y una vez consigues apartarla todo cambia.
Es entonces cuando te das cuenta de que en realidad son observadores, que pueden llegar a diferenciar y a aprender muchas cosas, siempre y cuando estén calmados y trabajando con un sistema apropiado.
Ya hace cinco años que empecé con este sistema. Veo que no lo sé todo y que me queda mucho por aprender, pero nunca me había imaginado poder hacer lo que hago con los caballos y las posibilidades que esto me ofrece.

Ahora puedo decir que tengo un método de como enseñar y relacionarme con el caballo.

Siguiendo este método y un programa de entrenamiento puedes conseguir cosas increíbles con los caballos. No creo que haga falta escribir más; es mejor ver las imágenes que dicen más que todo lo que os pueda explicar con palabras.